Estimados lectores de El Macondo de Gabo,
Hay semanas en las que el cine corre a dos velocidades: una, la del corazón que late por un amor perdido, y otra, la del rugido de un motor que no quiere apagarse. Esta semana la cartelera nos lanza a los extremos: desde el lirismo melancólico de A la deriva (Feng Liu Yi Dai) hasta la adrenalina coreografiada de F1: La película. Dos formas de medir el tiempo: una con miradas detenidas, la otra con cronómetros en llamas.
La cineasta Jia Zhangke en A la deriva teje una historia de amor que se despliega a lo largo de dos décadas, siguiendo la búsqueda persistente de Qiaoqiao (Zhao Tao) por su amor de juventud, Bin (Li Zhubin), a través de más de veinte años y múltiples rodajes del director. El viaje, a la vez íntimo y colectivo, recorre la transformación de China desde 2001 hasta hoy.
Feng Liu Yi Dai (título original chino) es un experimento sensible: una película autobiográfica que junta escenas rodadas en distintos momentos de la vida de su protagonista para narrar cómo el tiempo puede transformar un lugar, una nación… y un corazón. Jia usa imágenes de Ash Is Purest White, Still Life y Unknown Pleasures, no para reiterar, sin o para bordar una historia de amor que resiste a la modernidad china. La fragilidad de Qiaoqiao se siente cercana, humana, inesperadamente familiar.
Con Brad Pitt como Sonny Hayes, un legendario piloto retirado, en F1: La película la historia gira en torno a su regreso a la Fórmula 1 para rescatar a la escudería APXGP y guiar al joven corredor Joshua Pearce (Damson Idris). Producida con apoyo de la FIA y Lewis Hamilton, la película combina imágenes reales de Grandes Premios con acción ficticia y un elenco estelar.
F1 es, ante todo, un espectáculo. Lo mejor de la película está en la pista, con una fotografía IMAX y una coreografía de caballos de acero que quita el hipo. Pitt, con su carisma maduro y temerario, sostiene la historia, aunque el guiçon se mueve con previsibilidad entre mentor y pupilo. Hans Zimmer imprime ritmo, y aunque puede sentirse más anuncio de la F1 que drama universal, es también un vehículo embriagador para sentir el rugido del asfalto en cada curva. Aficionados y espectadores seducidos por la velocidad quedarán satisfechos; quienes busquen profundidad, hallarán lo justo.
Si el cine sirve para hacernos correr o detenernos, esta semana lo consigue por partida doble. Dos películas que, con registros muy distintos, nos invitan a mirar el mundo desde una ventanilla en movimiento… o desde el retrovisor de lo que fuimos.
Nos vemos la semana que viene, entre butacas. ¡Disfruten del cine!
El Sr. Director de El cine de Macondo
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