El Macondo de Gabo blog
domingo, 13 de julio de 2025
viernes, 11 de julio de 2025
Los viernes, al cine: Estrenos de la semana
Tres amigas La mercancía más preciosa
En el cine francés de hoy encontramos dos propuestas muy distintas pero hermanadas por su honestidad emocional: Trois amies (Tres amigas), un retrato íntimo de amistad y pérdida, y La plus précieuse des marchandises (La mercancía más preciosa), un cuento animado que recupera la dignidad humana en medio de un paisaje de cenizas.
Joan, Alice y Rebecca son Tres amigas y profesoras en Lyon, que ven trastocadas sus vidas tras varios amores cruzados, secretos al descubierto y una tragedia inesperada: la muerte de Victor, la pareja de Joan. Tres figuras femeninas, tres temperamentos, navegando por la culpa, el deseo y la lealtad.
Emmanuel Mouret firma lo que algunos califican como su obra más ambiciosa, jugando con una estructura de tríptico emocional donde una historia suele eclipsar a las otras. Y aún así, la narrativa se sostiene gracias a diálogos musicales y contenido sentimental bien calibrado. La ternura melancólica es constante, y el tono fluctúa entre lo simpático y lo desgarrador, como en una oda triste pero reconfortante. El reparto, con India Hair, Camille Cottin y Sara Forestier, ilumina cada plano con sutileza y verdad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, una bûcheronne (leñadora) polaca halla a un bebé judío lanzado de un tren de deportados. Lo rescata y lo cría en medio de la guerra y la barbarie. Adaptado del relato de Jean‑Claude Grumberg, el filme narra esta pequeña gran historia de humanidad.
Michel Hazanavicius sorprende con su primer film de animación, íntimo e intenso como una fábula moral. El dibujo sencillo, casi en blanco y negro, recuerda a Grabado de Munch en su crudeza, pero esa línea se ilumina con la banda sonora y la narración de Jean‑Louis Trintignant. Es una película contenida, que habla de la Shoah sin mostrarla de frente, confiando en el poder de los símbolos y el silencio. Un canto de amor en medio del horror.
Ambas cintas, aunque dispares en estilo, confirman que el cine genuino no necesita efectos especiales: basta una palabra, un gesto, un trazo de tinta para hacernos recordar quiénes somos cuando todo está en juego.
¡Espero que estas dos propuestas interesen a nuestros lectores tanto como a mí! Nos leemos entre butacas la semana que viene. Mientras tanto, ¡disfruten del cine!
domingo, 6 de julio de 2025
viernes, 4 de julio de 2025
Los viernes, al cine: Estrenos de la semana
Black dog Jurassic World: El renacer
Estimados lectores de El Macondo de Gabo,
A veces el cine nos lleva al silencio del desierto, otras al caos de motores y criaturas extintas. Esta semana, la cartelera nos propone dos universos que se desbordan: el viaje poético por la China vaciada de Black Dog, y la voltáica aventura en la nueva isla de Jurassic World : El renacer. Vamos con ellas.
En un pueblo desolado cerca del desierto de Gobi, un exconvicto llamado Lang regresa tras su paso por prisión y se reencuentra con un circo ambulante y manadas de perros callejeros. La compañía de un perro negro cambia su vida y le ofrece una forma de redención simbólica en medio del paisaje ruinoso de una China poscomunista.
Guan Hu firma una parábola visual que balancea el realismo duro con algo de lirismo simbólico. Inspirada en la estética de Jia Zhangke, Black Dog retrata un país en transformación, marcado por fábricas abandonadas y memorias colectivas que se deshacen. Eddie Peng transmite con restricción, mientras el perro negro se convierte en una presencia poética que sugiere redención, compañía y resistencia. Un cine que hiere y abraza a la vez
Black Dog es una películar para espectadores que buscan cine con mirada crítica y poética, sobre lo que queda del pasado en los márgenes del progreso.
Cuando Jurassic Park llegó a los cines en 1993, el cine cambió. No solo por la revolución de sus efectos visuales —la integración pionera de CGI y animatrónica—, sino por cómo Spielberg supo combinar lo espectacular con lo íntimo: el asombro ante lo imposible, los dilemas éticos de la ciencia, el miedo infantil convertido en imagen. El guion, adaptado por David Koepp de la novela de Crichton, era ágil, elegante, cargado de preguntas y muy consciente de su trasfondo filosófico.
Las dos secuelas noventeras (The Lost World y Jurassic Park III) intentaron replicar la fórmula con desiguales resultados. Aumentaron la acción y la criatura, pero perdieron el corazón. La cámara ya no miraba a los dinosaurios como una promesa o una amenaza cargada de sentido, sino como atracción de feria. El peligro dejó de ser idea y pasó a ser ruido.
Con Jurassic World (2015), la saga fue relanzada con un enfoque más cercano al blockbuster moderno: grandes set pieces, familias disfuncionales, humor autoconsciente. La primera entrega de esta nueva trilogía tuvo aciertos —sobre todo al satirizar el propio parque como metáfora del cine de entretenimiento sin alma—, pero el guion empezó a sobrecargarse de subtramas y clichés.
Fallen Kingdom y Dominion (2018 y 2022) empujaron el relato hacia el disparate: clonación humana, conspiraciones farmacéuticas, dinosaurios conviviendo en suburbios. Visualmente ambiciosas, pero narrativamente deslavazadas, estas películas evidenciaron lo que ocurre cuando se antepone la franquicia al contenido: se pierde el foco. El dinosaurio deja de provocar miedo o fascinación y se convierte en simple decorado digital.
Jurassic World: Rebirth, la nueva película de la saga que se estrena este fin de semana, intenta reconectar con sus orígenes. Cinco años después de los eventos de Dominion, la Tierra ya no puede sostener a los dinosaurios. Una farmacéutica financia una expedición a una isla prohibida para recolectar ADN dino con fines médicos, desencadenando caos y rescates imposibles. Scarlett Johansson lidera el equipo como la militar Zora; Jonathan Bailey interpreta al científico Henry Loomis, Mahershala Ali es el capitán Duncan Kincaid.
El regreso de David Koepp como guionista, la dirección más contenida, el uso intensivo de efectos prácticos y la presencia carismática de Scarlett Johansson logran devolverle cierto equilibrio al relato. El guion, sin ser brillante, recupera el pulso de la aventura clásica: personajes que actúan por algo más que la acción, conflictos humanos reconocibles y suspense que se construye con planos y no solo con sonido envolvente.
Visualmente, la película es impresionante. Pero lo más valioso es que los efectos no lo ocupan todo: hay espacio para la pausa, el encuadre, la sombra del tiranosaurio que se proyecta antes de su entrada. Es decir: se vuelve a filmar al dinosaurio como lo que fue en 1993… una criatura que viene del pasado, pero que aún puede decir algo sobre nosotros.
Rebirth no es una obra maestra, pero sí una señal de que incluso en una franquicia exprimida todavía puede surgir algo con alma. Porque lo importante no es ver dinosaurios, sino volver a creer que podrían caminar entre nosotros. Y eso, a veces, lo consigue una buena historia.
El cine de esta semana sabe moverse entre el silencio y el rugido. Dos formas distintas de narrar el olvido y la memoria, el deseo y el regreso. Les invito a descubrirlas en la penumbra de la sala y dejar que el cine haga su trabajo: sacudir la certidumbre, despertar el asombro.
Nos vemos el próximo viernes, como siempre, entre butacas. ¡Disfruten del cine!
El Sr. Director de El cine de Macondo
domingo, 29 de junio de 2025
viernes, 27 de junio de 2025
Los viernes, al cine: Estrenos de la semana
Estimados lectores de El Macondo de Gabo,
Hay semanas en las que el cine corre a dos velocidades: una, la del corazón que late por un amor perdido, y otra, la del rugido de un motor que no quiere apagarse. Esta semana la cartelera nos lanza a los extremos: desde el lirismo melancólico de A la deriva (Feng Liu Yi Dai) hasta la adrenalina coreografiada de F1: La película. Dos formas de medir el tiempo: una con miradas detenidas, la otra con cronómetros en llamas.
La cineasta Jia Zhangke en A la deriva teje una historia de amor que se despliega a lo largo de dos décadas, siguiendo la búsqueda persistente de Qiaoqiao (Zhao Tao) por su amor de juventud, Bin (Li Zhubin), a través de más de veinte años y múltiples rodajes del director. El viaje, a la vez íntimo y colectivo, recorre la transformación de China desde 2001 hasta hoy.
Feng Liu Yi Dai (título original chino) es un experimento sensible: una película autobiográfica que junta escenas rodadas en distintos momentos de la vida de su protagonista para narrar cómo el tiempo puede transformar un lugar, una nación… y un corazón. Jia usa imágenes de Ash Is Purest White, Still Life y Unknown Pleasures, no para reiterar, sin o para bordar una historia de amor que resiste a la modernidad china. La fragilidad de Qiaoqiao se siente cercana, humana, inesperadamente familiar.
Con Brad Pitt como Sonny Hayes, un legendario piloto retirado, en F1: La película la historia gira en torno a su regreso a la Fórmula 1 para rescatar a la escudería APXGP y guiar al joven corredor Joshua Pearce (Damson Idris). Producida con apoyo de la FIA y Lewis Hamilton, la película combina imágenes reales de Grandes Premios con acción ficticia y un elenco estelar.
F1 es, ante todo, un espectáculo. Lo mejor de la película está en la pista, con una fotografía IMAX y una coreografía de caballos de acero que quita el hipo. Pitt, con su carisma maduro y temerario, sostiene la historia, aunque el guiçon se mueve con previsibilidad entre mentor y pupilo. Hans Zimmer imprime ritmo, y aunque puede sentirse más anuncio de la F1 que drama universal, es también un vehículo embriagador para sentir el rugido del asfalto en cada curva. Aficionados y espectadores seducidos por la velocidad quedarán satisfechos; quienes busquen profundidad, hallarán lo justo.
Si el cine sirve para hacernos correr o detenernos, esta semana lo consigue por partida doble. Dos películas que, con registros muy distintos, nos invitan a mirar el mundo desde una ventanilla en movimiento… o desde el retrovisor de lo que fuimos.
Nos vemos la semana que viene, entre butacas. ¡Disfruten del cine!
El Sr. Director de El cine de Macondo
domingo, 22 de junio de 2025
viernes, 20 de junio de 2025
Los viernes, al cine: Estrenos de la semana
Juliette en Primavera The last showgirl
Estimados lectores de El Macondo de Gabo,
Aquí tienen, esta semana les propongo dos propuestas distintas pero igualmente emotivas que nos invitan a entrar en la intimidad familiar y en la memoria visceral del espectáculo: Juliette au printemps (Francia, 2024) y The Last Showgirl (EEUU, 2024).
Juliette, interpretada por Izïa Higelin, ilustradora infantil, regresa a su pueblo natal para pasar el fin de semana y distancia del ritmo parisino. Lo que imagina será un retiro sereno se trastoca cuando se enfrenta a su padre melancólico, su madre sensible al mundo New Age, una hermana a la deriva y una abuela frágil. Sus recuerdos empiezan a filtrarse como agua por las rendijas del tiempo.
La oda de Blandine Lenoir se mueve entre la comedia ligera y el drama profundo con elegancia, y lo hace sin estridencias: aquí no hay estallidos, solo esas pequeñas grietas que afloran en un silencio compartido, una risa nerviosa o una mirada ausente. Izïa Higelin da vida a Juliette con ternura y nervio, sostenida por un reparto que nunca necesita anunciar su presencia —Noémie Lvovsky o Jean‑Pierre Darroussin lo demuestran en cada gesto. Es una película para ver con el corazón abierto: estar en familia lleva al cine su sentido más universal.
The Last Showgirl es la historia de Shelly Gardner (Pamela Anderson, estrella de un cabaret de Las Vegas durante casi cuatro décadas. Ahora, con cincuenta y siete años, el espectáculo cierra y ella se enfrenta a un futuro incierto, una hija distante (Billie Lourd) y la sensación de que su propio brillo ha caducado
En la dirección Gia Coppola, quien propone una película contenida, casi ritual, que desconstruye el arquetipo de la vedette. Aquí, la música no es instrumental: es un sonido testimonial del paso del tiempo. Y en ese testimonio, nada resuena tanto como la voz de Pamela Anderson, rota, esperanzada y auténtica. Encarnar a una figura pública que se reivindica sin estridencias ni maquillaje, aceptando sus cicatrices con dignidad, es un acto casi político. La banda sonora de Andrew Hyatt imprime una nostalgia suave, de esas que se cuelan por la memoria como notas de un piano viejo.
Ambas películas —tan diferentes— comparten un escénico terreno común: un retrato íntimo donde cada plano pide humanidad, atención y corazón. Porque el cine verdadero nunca habla solo; susurra, teje memoria y justicia emocional… y te reclama allí, entre las butacas.
Nos citamos en esta página el viernes que viene, para seguir dejándonos cruzar por nuevas historias. ¡Disfruten del cine!
El Sr. Director de El cine de Macondo