viernes, 23 de mayo de 2025

Los viernes, al cine: Estrenos de la semana

     

     Misión imposible: Sentencia final                  Una función inesperada


                                       

Estimados lectores de El Macondo de Gabo,

Hay semanas en las que el cine nos lanza al vértigo y otras en las que nos obliga a mirar hacia dentro. Esta  semana, la   cartelera  nos  propone   ambas  cosas  a  la  vez: Mission: Impossible – The Final Reckoning nos arrastra al  límite físico de  la acción, mientras que Ezra nos ofrece un refugio cálido en mitad del ruido, con un nombre que en este blog es palabra mayor: Robert De Niro.

Mission: Impossible – The Final Reckoning

A estas alturas, ver a Ethan Hunt saltar desde una montaña, esquivar trenes o jugarse la vida en una persecución sobre hielo ya no sorprende. Lo que sí sigue sorprendiendo es la fe de Tom Cruise en el cine como experiencia física. Esta entrega, que se presenta como la culminación de la saga, tiene momentos de gran eficacia, aunque también acusa un desgaste en su ambición narrativa.

La trama se vuelve innecesariamente espesa, pero McQuarrie sabe construir escenas como quien monta relojería suiza. Hay una secuencia en un submarino que quedará entre lo mejor de la saga. Y sí: cuando uno ve a Cruise lanzarse sin dobles ni trucos digitales evidentes, hay algo admirable en esa obstinación casi suicida por dar espectáculo. El cine industrial, aquí, encuentra todavía razones para seguir respirando.

Ezra (Una función inesperada)

Y luego está De Niro.

No el De Niro de Taxi Driver, ni el de Toro salvaje, ni siquiera el De Niro que mira por encima de unas gafas en El irlandés. Este es otro: el abuelo, el hombre que ha vivido, el que ha aprendido —quizás demasiado tarde— a hablar con ternura.

Una función inesperada no es una gran película. Su historia sobre un padre que secuestra a su hijo autista para evitar que lo internen en una institución es algo previsible. Pero ahí está De Niro, como una roca emocional en medio de una carretera americana. No roba la escena. La sostiene. Cada mirada suya parece contener un archivo entero de experiencias. Hay un momento en que le habla a su nieto con una mezcla de fragilidad y humor que sólo él podría conjugar. Y entonces uno entiende por qué seguimos yendo al cine: para ver qué más puede decirnos un actor que lleva cinco décadas diciéndolo todo.

Hasta la próxima, queridos lectores. Que el cine siga siendo esa brújula que no apunta al norte, sino al corazón. ¡Disfruten del cine!

                                                                                                      El Sr. Director de El cine de Macondo


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