The Alto Knights Misericordia
Estimados lectores de El Macondo de Gabo:
Esta semana, la cartelera nos presenta dos propuestas que dialogan de forma inquietante sobre las heridas del pasado y la manera en que sus ecos siguen moldeando nuestro presente. The Alto Knights, dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Robert De Niro, se adentra en el universo del crimen organizado desde una perspectiva crepuscular; mientras que Misericordia, del cineasta francés Alain Guiraudie, se sumerge en las sombras de la culpa y el perdón en un relato tenso y visceral.
No puedo evitar sentir un respeto casi reverencial cuando veo a Robert De Niro encarnar personajes que parecen dialogar con su propia trayectoria. En The Alto Knights, el veterano actor regresa al terreno del cine de mafias que ayudó a definir, pero lo hace desde una perspectiva que rebosa melancolía. Aquí no hay el frenesí violento de Uno de los nuestros ni la precisión quirúrgica de Casino. En cambio, Levinson construye una película más reposada, donde el crimen es sólo la fachada de un relato sobre la decadencia y el inevitable paso del tiempo.
De Niro interpreta a un capo envejecido, atrapado en una red de lealtades que se tambalean. Su interpretación es contenida pero poderosa: cada mirada, cada silencio, cada gesto refleja la fatiga de un hombre que lleva demasiado tiempo interpretando el papel de titiritero en un mundo que ya no le pertenece. La fotografía, dominada por tonos sepia y luces mortecinas, enfatiza esa sensación de ocaso, como si la película entera estuviera envuelta en el humo de un cigarro que se consume lentamente.
Lo que más me impresionó de The Alto Knights es su capacidad para cuestionar el poder y el miedo desde la introspección. Levinson no busca deslumbrar con violencia explícita, sino que se sumerge en las dudas existenciales de sus personajes. Aquellos que entren a la sala esperando una película de gánsteres tradicional quizás se sorprendan ante esta obra más íntima y reflexiva, pero saldrán recompensados si permiten que la película les atrape en su tempo pausado y su mirada crepuscular.
Si The Alto Knights se mueve en un terreno melancólico, Misericordia opta por una intensidad desgarradora. Alain Guiraudie firma una película que estremece por su franqueza emocional y su cruda puesta en escena. La historia sigue a un sacerdote retirado que regresa a su pueblo natal tras un trágico incidente en el que fue señalado como responsable indirecto de la muerte de un joven.
Lo que más me atrapó de Misericordia fue cómo Guiraudie transforma un relato aparentemente sencillo en un laberinto moral. El protagonista, interpretado con una fuerza conmovedora por Denis Podalydès, se enfrenta no solo a la condena social sino también a su propia conciencia. La cámara se acerca a él como si intentara descifrar sus pensamientos, construyendo una sensación de claustrofobia que refleja la carga del remordimiento.
La atmósfera rural, con sus silencios densos y sus paisajes desolados, se convierte en un personaje más, recordando que el pasado siempre encuentra la manera de resurgir. En este sentido, Misericordia se revela como una obra poderosa que cuestiona la culpa y la redención, sin ofrecer respuestas fáciles.
Ambas películas, desde registros distintos, exploran el peso del pasado y los fantasmas que nos persiguen. Mientras que en The Alto Knights ese pasado se desliza con la melancolía de un hombre que se sabe superado por su propia historia, en Misericordia se convierte en una herida abierta que supura dolor e incertidumbre. Dos visiones que, desde el cine negro y el drama moral, nos invitan a reflexionar sobre el precio de nuestras decisiones y el desafío de encontrar redención.
Son propuestas que exigen paciencia y atención, pero que, si se les concede el tiempo que reclaman, devuelven una experiencia cinematográfica intensa y memorable. Vale la pena adentrarse en ellas. Porque el cine, al igual que la vida, a veces se comprende mejor mirando hacia atrás.
¡Hasta la semana que viene! Disfruten del cine.
El Sr. Director de El cine de Macondo
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